Cualquier conversación sobre cadenas de oración debe comenzar con los pietistas moravos del siglo XVIII, liderados por el Conde Von Zinzendorf. Esta comunidad interdenominacional estaba compuesta por moravos (creyentes de la región checa) y otros refugiados perseguidos durante las Guerras Protestantes que buscaron asilo en la propiedad de Zinzendorf en Alemania.
Esta pequeña comunidad experimentó un poderoso avivamiento, y dos semanas después de este derramamiento espiritual, veinticuatro hombres y veinticuatro mujeres se comprometieron a realizar “intercesiones por hora,” orando cada hora del día sin interrupciones. Su compromiso era asegurarse de que “el fuego permanezca encendido sobre el altar continuamente; no debe apagarse” (Levítico 6:13). Esta reunión de oración continuó ininterrumpidamente durante los siguientes cien años y es vista por muchos como la fuente espiritual detrás de varios avivamientos de los siglos XVIII, XIX y XX.
Los moravos sirvieron de ejemplo e inspiración para Peter Greig y el movimiento moderno de oración 24/7. Después de visitar Herrnhut, el sitio histórico de la comunidad de Zinzendorf, Greig pensó: “Si los moravos pudieron orar 24/7 durante un siglo, al menos podríamos intentarlo durante un mes en nuestra iglesia.” Así, en septiembre de 1999, comenzaron su experimento y, al finalizar el mes, no pudieron detenerse, continuando hasta Navidad. Hoy en día, hay miles de salas de oración 24/7 en más de 70 países y creciendo.
La oración generalmente comienza con unos pocos individuos que sienten la carga de orar. Empiezan a orar por un avivamiento en su campus, iglesia o ciudad. Cuanto más oran, más crece la carga. Como no pueden llevarla solos, necesitan que otros compartan esa carga con ellos.
Entonces, llaman a otros para que unan sus corazones y oraciones. Dios toca a estos nuevos participantes, y ellos también se “encienden.” A su vez, reclutan a otros. Así, el número de personas orando apasionadamente aumenta.
Tarde o temprano, se reúne una masa crítica de creyentes fervientes en oración. Como una reacción nuclear (donde se agregan moléculas de material radiactivo hasta alcanzar una masa crítica), cuando se alcanza un número (conocido solo por Dios) de creyentes fervientes en oración, ocurre una explosión espiritual. Dios envía un movimiento que impacta el campus, la iglesia o la ciudad, reavivando a los creyentes y despertando a los no creyentes para que se conviertan.
Aunque tu cadena de oración puede no convertirse en un avivamiento masivo ni durar 100 años, lograr 24 horas sería un gran logro y un objetivo bastante visionario.
Planifica un momento para invitar a otros a unirse a la cadena de oración.
Esto puede hacerse durante una reunión semanal de oración, un grupo pequeño o una reunión más grande.
Explica claramente lo que se espera de los participantes.
¿A qué se están comprometiendo? Sé específico sobre el propósito y la estructura.
Determina la duración de los tiempos de oración.
Se sugiere segmentos de 15 minutos. Decide cuántos de estos segmentos quieres que las personas firmen. No es necesario cubrir las 24 horas del día; enfócate en los horarios más viables para los participantes.
Prepara tarjetas de compromiso.
Cada tarjeta debe corresponder a un horario específico de oración disponible. Incluye espacio para que los participantes proporcionen su correo electrónico para recordarles su compromiso o compartir solicitudes de oración actualizadas.
Crea un registro maestro.
Usa un gráfico para registrar todos los compromisos y asegurarte de que no haya superposiciones.
Envía actualizaciones periódicas.
Incluye solicitudes de oración y testimonios de respuestas para alentar a los participantes.
Si es posible, designa y configura un salón de oración en el campus o en tu iglesia. Este lugar puede ser un santuario donde las personas vayan a orar a cualquier hora. Sé creativo al organizar el espacio, incluyendo:
Utiliza este espacio para realizar reuniones de oración semanales y establecer cadenas de oración: vigilias 24/7 para cubrir las necesidades del campus, la iglesia y el mundo.
Mientras oras, Dios te dará ideas creativas para movilizar a otros y sostener la cadena de oración. La oración no solo une a las personas, sino que moviliza el poder de Dios para impactar vidas de maneras inimaginables.
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