Cada día son más las personas que echan un vistazo, y para algunos incluso un segundo vistazo, a la persona histórica de Jesús de Nazaret.
Entonces, ¿por qué su vida y sus enseñanzas siguen suscitando tanto interés en la actualidad?
Para empezar, todo lo relacionado con Él era único: Las predicciones de su venida, Su nacimiento, Su vida, Sus enseñanzas, Sus milagros, Su muerte, y, sobre todo, Su resurrección.
Es el acontecimiento más significativo de la historia.
La validez de las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo se basa en la resurrección: si se levantó de entre los muertos o se quedó en la tumba. Muchos escépticos dicen que creer que Jesús resucitó de entre los muertos no es más que un salto de fe ciega con poca o ninguna base de verdad. Sin embargo, cuando se les confronta con los hechos, los que son intelectualmente honestos se ven obligados a admitir que la Resurrección es un acontecimiento histórico basado en pruebas innegables.
En mi viaje espiritual desde el agnosticismo hasta la fe en Cristo, yo, como mucha gente, tenía un problema con la Resurrección. Pero mi estudio personal me llevó a la firme creencia de que una resurrección corporal es la única explicación válida para la tumba vacía de Cristo.
Varias pruebas me ayudaron a llegar a esta conclusión.
Cristo predijo Su resurrección. La biblia registra, “desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas… y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara” (Mateo 16:21, Nueva Versión Internacional). Aunque sus seguidores no entendían lo que les estaba diciendo en ese momento, ellos recordaron Sus palabras y las registraron.
Jesús se apareció en muchas ocasiones a sus seguidores. Él consoló a los que lloraban ante su tumba el domingo por la mañana. En el camino de Emaús, les explicó cosas sobre sí mismo del Antiguo Testamento. Más tarde, comió en su presencia y les invitó a tocarle sus heridas. La Biblia registra que Jesús fue visto por más de 500 personas a la vez (1 Corintios 15:6). Algunos pueden argumentar que unas pocas personas podrían haber accedido a un engaño, pero ¿cómo se puede explicar la colaboración de 500 personas?
Los seguidores de Jesús tenían una fe implacable en la resurrección. Aquellos discípulos que antes tenían tanto miedo que abandonaban a su Señor, ahora proclamaban con valentía esta noticia, arriesgando sus vidas para predicar. Su comportamiento audaz y valiente no tiene sentido a menos que ellos supieran con certeza que Jesús había resucitado de entre los muertos.
El crecimiento de la iglesia cristiana confirma la resurrección. El primer sermón de Pedro, que trataba de la resurrección de Cristo, incitó a la gente a recibirlo como su Salvador vivo. Lucas registra los emocionantes resultados: “Aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas” (Hechos 2:41). Y ese grupo de creyentes se ha multiplicado en todo el mundo. Hoy, hay más de dos mil millones de personas que siguen a Jesús en todas las naciones.
El testimonio de miles de millones de vidas transformadas a través de los siglos muestran el poder de la resurrección. Muchos se han recuperado de sus adicciones. Los indigentes y desesperados han encontrado esperanza. Los matrimonios rotos han sido restaurados. La prueba más concluyente de la resurrección de Jesucristo es que Él está viviendo dentro de los creyentes y eso es lo que ha transformado sus vidas.
La resurrección distingue al cristianismo. Ningún otro líder religioso ha resucitado de entre los muertos y conquistado el pecado.
La Resurrección confirma que Jesús es quien decía ser. Consideremos la magnitud de este acontecimiento.
La Resurrección demostró la divinidad de Cristo. El hecho de que Jesucristo muriera en la cruz no demuestra por sí mismo que sea Dios. Jesús demostró su naturaleza divina al cumplir las predicciones de su muerte y por su regreso de la tumba. La Biblia declara que “según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor.” (Romanos 1:4, NVI).
La resurrección demostró el poder de Cristo para perdonar el pecado. La Biblia afirma: Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados" (1 Corintios 15:17, NVI). Al resucitar de entre los muertos, Jesús demostró su autoridad y poder para romper las ataduras del pecado y asegurar el perdón y la vida eterna a todos los que aceptan su don de salvación.
La Resurrección reveló el poder de Cristo sobre la muerte. La Biblia dice: "Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él" (Romanos 6:9, NVI). La Resurrección aseguró también nuestra victoria sobre la muerte y "nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales" (Efesios 2:6, NVI).
La Resurrección derrotó al enemigo de Dios. Desde el momento de la rebelión original de Satanás hasta el día de la cruz, el diablo luchó con saña y astucia para derrocar el reino de Dios. En la crucifixión, Satanás debió pensar que había asestado el golpe final y decisivo en esta guerra milenaria. Pero este fue el más grave error de cálculo del diablo. La cruz no fue una señal de derrota. La cruz fue el triunfo del cielo. Cuando Jesucristo resucitó, el poder del pecado y de la muerte fue destrozado para siempre. Gracias a la resurrección, los cristianos no tienen que volver a temer a Satanás ni a la muerte.
Durante los 40 días siguientes a su muerte y resurrección, Cristo se apareció muchas veces a sus seguidores. En una ocasión, reunió a los once discípulos que le quedaban en un monte de Galilea y les dio su Gran Comisión.
Él dijo, “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20, NVI).
Más tarde, el Libro de los Hechos registra que, en el Monte de los Olivos, Él exhortó a sus discípulos a esperar en Jerusalén hasta que fueran llenos del Espíritu Santo y luego llevar su mensaje a Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines del mundo (Hechos 1:4-5, 8).
Inmediatamente después, ascendió y desapareció en las nubes, dejando a los discípulos mirando tras Él con asombro.
La ascensión de Cristo fue el acto final de nuestra redención. Concluida su misión, Jesucristo ascendido a su gloria.
La resurrección de Jesucristo es el acontecimiento más revolucionario de la historia. No se puede negar que sacudió al mundo. Pero su vida ha marcado de forma igual de dramática el curso de la historia en nuestro tiempo.
La resurrección es la prueba definitiva de que Jesucristo es quien decía ser.
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