En la Biblia, Dios ordena a las personas, en múltiples ocasiones, a orar. Pero, ¿por qué tenemos que hacerlo?
Esta es una pregunta que muchos cristianos, así como personas con otras creencias, se han hecho.
Si Dios tiene el control de la historia de la humanidad y también dirige las vidas individuales, ¿qué sentido tiene orar? La respuesta está en entender qué es la oración.
Si ves la oración simplemente como un medio para tomar algún nivel de control de tu vida y del mundo, como un medio de ejercer influencia, entonces te sentirás inevitablemente preocupado por lo que parece ser una oración sin respuesta. Pero si ves la oración principalmente como una conversación continua con Dios, entonces te darás cuenta de que realmente no existe una oración sin respuesta.
Si la oración es ante todo una conversación entre tú y Dios, entonces su promesa de escuchar siempre puede ser la respuesta que más necesita tu corazón.
Puede que Dios decida no hacer lo que le pides cuando se lo pides. Puede que tengas temporadas en las que te resulte difícil escuchar lo que Él dice por todo tipo de razones. Es difícil cuando alguien dice que "no", o incluso "todavía no", a lo que parece una petición buena y válida.
Pero si la oración es ante todo una conversación entre tú y Dios, entonces su promesa de escuchar siempre puede ser la respuesta que más necesita tu corazón.
Hay un famoso versículo en la Biblia que a menudo se malinterpreta, y es vital para las cuestiones que estamos pensando aquí: "Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón" (Salmo 37:4, Nueva Versión Internacional).
Puedes interpretar este verso como que si te centras en disfrutar de Dios, Él te dará todo lo que quieras. O puedes entenderlo como que si te deleitas en Dios, por encima de cualquier otra cosa en tu vida, Él moldeará tu corazón para que quieras las cosas que Él ya quiere darte. Sus deseos se convertirán en tus deseos.
Es seguro decir que la segunda interpretación es más consistente con la enseñanza del resto de la Biblia. Las Escrituras no garantizan que Dios te proporcionará todo lo que deseas ahora mismo.
Con esto en mente, veamos las razones por las que elegimos orar, y algunas razones por las que a menudo decidimos no hacerlo.
Qué gran pregunta. La oración es contraria a la intuición. ¿En qué otra situación pides algo o suplicas a alguien cuando sabes con certeza que ya ha decidido lo que va a hacer?
El Salmo 115:3 (NVI) incluso nos dice: “Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca”.
Para entender todo esto, tenemos que pensar en lo que los cristianos llaman "la soberanía de Dios".
Es cierto que Dios ya sabe todo lo que va a suceder por el resto de la eternidad. Él conoce los grandes acontecimientos y los pequeños momentos de cada una de nuestras vidas, y nada escapa a su control. Por eso es un error pensar que la oración es la forma de cambiar la opinión de Dios o de alterar su dirección en una situación.
La oración es un proceso a través del cual aprendemos a confiar en Dios. Él nos escucha con paciencia. Se toma en serio nuestras peticiones. Luego, lo considera todo en el contexto de un panorama más amplio que sólo Él puede ver.
Pete Greig, el fundador del movimiento de Oración 24/7, dice: "En la oración, usamos nuestra voluntad para ponernos de acuerdo con la voluntad de Dios: 'Que venga tu reino'".
Dios sabe mejor que tú cuáles serán los resultados finales de cada situación. Si oras por un clima seco para un evento al aire libre que tu iglesia ha planeado, Dios podría saber otra razón por la que tiene que llover ese día. Es fácil aceptar esta idea cuando no afecta a una situación personal en tu vida, pero la prueba de fe llega cuando Dios te pide que le confíes algo o alguien que te importa.
De nuevo, esta es una pregunta válida. En la Biblia, leemos estas palabras,
Señor, tú me examinas,
tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
aun a la distancia me lees el pensamiento.
Mis trajines y descansos los conoces;
todos mis caminos te son familiares.
No me llega aún la palabra a la lengua
cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
(Salmo 139:1-4, NVI)
Si Dios sabe lo que piensas, ¿por qué le interesa tanto que le hables? Porque la oración es una de las principales formas de desarrollar una conexión con Dios. En la oración, hablas con Él, no solamente a Él.
El apóstol Pablo nos dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).
Es interesante que Pablo no diga que, al llevar tus preocupaciones a Dios, éste te dará la paz explicando o resolviendo cada situación que le plantees. En cambio, sugiere que la paz de Dios en tu corazón y en tu mente tiene más probabilidades de satisfacerte y de aliviar tus temores que si Él lo arreglara o explicara todo inmediatamente.
A través de la oración, desarrollas una relación de confianza con Dios. Con el tiempo, también aprendes a reconocer su voz cuando te habla. La Biblia muestra claramente que Él elige actuar en respuesta a las oraciones de su pueblo.
A través de la oración, Dios transforma tu corazón de manera que el cumplimiento de tus peticiones se convierte en algo secundario frente al hecho de sentirte verdaderamente conocido por Dios y valioso para Él.
Si eres nuevo en la oración, intenta utilizar nuestra guía para principiantes sobre la oración para desarrollar el hábito de hablar con Dios.
Dios te invita a orar en todas las circunstancias. La oración es esencial para que Él te transforme, y la Biblia te anima a que tus oraciones tengan un efecto poderoso en el mundo. Entonces, ¿qué puedes esperar que ocurra si te comprometes a orar con regularidad?
Reconocerás que no eres Dios.
Cada vez que se te ocurra orar, estarás diciendo: "Con mis propias fuerzas, no puedo hacer todo lo que quiero hacer. Necesito algo más, alguien más".
La fuerza la obtienes de Dios mismo.
La oración es una forma de invitar a Dios a unirse a ti en las luchas de la vida. Invitas al Espíritu Santo a hacer aquello para lo que ha sido puesto en ti.
Te darás cuenta de que el mundo no empieza ni termina contigo.
Depender de otra persona para satisfacer tus necesidades es humillante. Cuando los niños lloran o gritan, alguien suele venir a satisfacer sus necesidades. Es fácil permitir que la oración se centre demasiado en registrar quejas o hacer peticiones (o demandas). Tanto si oras por ti mismo como por otra persona, reconoces que otra persona, Dios, es el centro del universo. Reconoces que Él necesita cambiar algo de ti o de las situaciones que le planteas.
Cederás el control a otra persona.
Todo el mundo anhela el control en un grado u otro. Algunos creen que son mejores que otros para tener el control. La oración te permite admitir a Dios que Él debe estar en el asiento del conductor de tu vida.
Comunicas tus verdaderos sentimientos sobre una situación.
La oración crea un espacio seguro para procesar tus pensamientos y sentimientos. ¿Te sientes preparado para dar a Dios el control de tu vida? ¿Te sientes seguro siendo completamente conocido por Dios, o eso te hace sentir expuesto? ¿Estás bajo la protección de Dios, en su custodia? Con el tiempo, a medida que ores, te sentirás capaz de llevar tu verdadero yo a tus momentos con Dios.
Confías en que Dios está contigo.
A menos que te alegre admitir que hablas con el suelo o con el techo, cuando oras, estás creyendo que alguien te escucha. Cuanto más confíes en la presencia del Espíritu Santo de Dios mientras oras, más aprenderás a confiarle los resultados.
Te sentirás inspirado para dar pasos de fe.
Tal vez tengas el deseo de ser más audaz al hablar de lo que crees. O tal vez tienes un vecino o colega con el que sientes que Dios te empuja a profundizar. Orar por esa persona es un paso de fe en sí mismo, porque Dios puede invitarte a ser parte de la respuesta a tu propia oración.
La Biblia muestra a Dios esperando para actuar en respuesta a la oración.
Dios sabe lo que quiere hacer en el mundo y en nuestras vidas individuales. Quiere que nos apoyemos en Él en cada situación, y quiere cambiar el mundo a través de nosotros.
“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos” (Juan 15:7-8)
Estos son sólo algunos de los resultados que se obtienen cuando la gente acude a Dios a través de la oración. Cuando elijas llevar todos tus miedos, esperanzas, ambiciones y deseos a Dios, verás que Él responde de manera que te habla específicamente a ti.
¿Qué te parece esto? ¿Aterrador? ¿Intrigante? ¿Emocionante? ¿O totalmente confuso?
Todas esas son respuestas naturales. La oración es una actividad misteriosa porque, en la oración, eliges humillarte ante alguien a quien literalmente no puedes ver, oír o tocar.
No es de extrañar, por tanto, que muchos cristianos tengan problemas con la oración, y que algunos de nosotros pasemos por temporadas en las que decidimos no orar en absoluto.
Aquí algunas razones por las que la gente a veces decide no orar, y lo que creemos que Dios quiere decirte si una de estas razones te impide orar.
Miedo a la decepción
¿Alguna vez has llevado una necesidad a Dios y has sentido que Él no hizo lo que esperabas o, peor aún, no te dio la sensación de que había escuchado tu oración? No estás solo.
Dios nunca promete responder a las oraciones de la manera que uno desea. Pero a medida que pases tiempo con Dios orando y leyendo la Biblia, desarrollarás la confianza en Él. Esta confianza protege tu corazón en los momentos en que te sientes defraudado por Dios, o incluso enojado con Él.
Dios también está completamente dispuesto a escucharte sin importar lo que sientas por Él en ese momento. Intenta leer el Salmo 13 para descubrir cómo suenan las conversaciones sinceras con Dios.
Luchando por orar "de la forma correcta"
¿Alguna vez has intentado orar pero luchas con la sensación de que estás haciendo algo mal? Tal vez no te sientas tan conectado con Dios como quisieras, o tal vez simplemente luchas contra la distracción.
Incluso los doce hombres que pasaron tres años con Jesús, sus discípulos, tuvieron que pedirle que les enseñara a orar.
Él les respondió dándoles una sencilla oración que los cristianos de todo el mundo han utilizado desde entonces. Puedes leer lo que se conoce como "el Padre nuestro" en Mateo 6:9-13.
También hemos creado "Cómo orar: Guía para principiantes" para ayudarte a desarrollar el hábito de orar regularmente y para refrescar tu tiempo con Dios si ya tienes ese hábito.
Orgullo
No se puede negar el hecho de que a veces uno quiere hacer las cosas con sus propias fuerzas en lugar de confiar en Dios. Los seres humanos tienen una inclinación natural a ser orgullosos, queriendo el crédito por hacer que las cosas sucedan en sus vidas.
Cuando oras, puede parecer que estás siendo pasivo en algo importante, pidiéndole a Dios que actúe mientras tú no haces nada. Este sentimiento no es la verdad.
La oración consiste en expresar nuestra dependencia del Espíritu Santo de Dios para vivir como Dios quiere que vivamos. Jesús advirtió a sus discípulos sobre el hecho de tratar de salirse del camino y hacer las cosas con sus propias fuerzas:
El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada … Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá (Juan 15:5-7)
La oración es una de las cosas más activas que puedes hacer como cristiano. Demuestra que has decidido confiar en la fuerza de Dios y no en la tuya. También demuestra tu voluntad de darle a Él todo el crédito cuando tus oraciones son contestadas.
Tu enemigo, el diablo, quiere que trates de vivir con tu propia fuerza porque sabe que inevitablemente experimentarás más fracasos de esa manera. Él sabe que esos fracasos conducen a la decepción que puede convertirse en resentimiento hacia Dios. Su propósito es romper tu conexión con Dios por cualquier medio posible. Explotar tu orgullo es una de sus tácticas favoritas.
Si quieres que tu relación con Dios sea más profunda con el tiempo, necesitas comunicarte con Él regularmente.
Este es un ejemplo de lo que los cristianos llaman guerra espiritual.
Aprende más sobre cómo es la guerra espiritual y lo que significa para tu crecimiento como cristiano.
Las razones por las que la gente descuida o evita la oración son comprensibles. Todo el mundo experimenta momentos en los que orar se siente como un trabajo demasiado duro sin ninguna recompensa obvia. Pero si quieres que tu relación con Dios sea más profunda con el tiempo, necesitas comunicarte con Él regularmente.
No hay reglas sobre cuántas veces al día o a la semana hay que orar si se quiere ver la respuesta de Dios. Pero cuanto más tiempo pases con alguien, más conocido y seguro te sentirás. Cuanto más involucres a alguien en las situaciones de tu vida que te importan, más entenderás cómo piensa y responde. Esto es cierto en el caso de un amigo o un cónyuge, y es cierto en el caso de Dios, nuestro Padre.
Dios quiere que le conozcas de una manera que transforme cada aspecto de tu persona. La oración es una de las formas que Él elige para que eso suceda.
“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá”. (Mateo 7:7)
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