Cuando el Señor te llama a servirle en el ministerio misional es una gran bendición, comienzas una etapa de dependencia total entre tú y Dios, al pasar del tiempo esa relación se va fortaleciendo, pero llega o llegará un momento donde vas a comenzar a formar tu familia, ¿Qué pasa cuando ese momento llega? ¿Cómo es educar a los hijos en la misión? ¿Es bueno involucrarlos?
Esta el otro lado también, tus padres tienen el llamado misional, desde niño has visto a tus padres servir, pero no has dimensionado lo que eso conlleva, cambio de residencia, trabajo constante, etc.
En este artículo quiero abarcar los 2 lados de la moneda, la perspectiva del padre y la perspectiva del hijo de misionero.
En Efesios 4, Pablo nos habla sobre la unidad en el cuerpo de Cristo, pero llama mi atención que en sus primeros versículos hace hincapié no solo en la unidad como iglesia sino en el llamado personal “Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones”. V7 (NVI); y termina cerrando el ministerio personal con el versículo 11: “Él mismo constituyó a unos como apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros”.
Con esto voy a que cada uno de nosotros fuimos llamados con un propósito especial, tú tienes tu llamado, así como tus padres tienen su llamado y sus hijos tienen su propio llamado, y es responsabilidad de cada uno de nosotros pedir al padre que nos guie hacia ese llamado con el fin de formar parte del cuerpo de cristo para edificación de su iglesia y pueblo.
Como padres es nuestra responsabilidad orar por ellos y pedirle a Dios que les muestre su llamado, pero no forzarlos o incitarlos a que tomen el mismo llamado que tú has tomado, ¿entonces no los debo involucrar? eso lo hablaremos más adelante.
Como hijos no debemos sentirnos forzados a tomar el ministerio que mis padres tienen ni por el contrario hacerme acreedor de sus esfuerzos, en un taller para padres e hijos nos mencionaban que los terrenos de nuestros padres en la iglesia o ministerio no nos corresponde, así como Dios ha dado un llamado personal, la salvación y las obras también son personales, veamos un ejemplo, Adán pecó en el huerto, sin embargo, en génesis 4:4 nos dice que Dios vio con agrado a Abel por su sacrificio, no mirando las faltas de su padre o hermano.
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:6-7 (NVI)
Como padres es nuestro deber presentar a nuestros hijos el camino del evangelio, guiarlos a la palabra de Dios, y mostrarles el servicio a Dios. Leí un devocional sobre el amor accionado, el amor debe ser mostrado en nuestras acciones, así como Jesús lo hizo, si nosotros mostramos el amor de Dios hacia los demás nuestros hijos verán el amor de Dios en nosotros y querrán repetir y experimentar ese gran amor.
Es inevitable no involucrarlos, pero hay que pedir sabiduría al Señor para no pasar la línea de involucrarlos o forzarlos a tomar el ministerio. Investigando un poco sobre este tema tuve la bendición de hablar con Heather, una mamá misionera que compartió un poco de su testimonio conmigo, “Siempre les hemos dicho a nuestros hijos que nosotros somos los misioneros y ellos son nuestros hijos. Los incluimos en todo lo que hacemos…nos gusta mucho que nos acompañen a las actividades del ministerio y que participen lo más que puedan. Pero no sienten una responsabilidad de ser más que niños”. Me parece asombroso la sabiduría con la que involucran a sus hijos, pero respetando su infancia y sabiendo que ellos tendrán su llamado, a su tiempo. y es que así tiene que ser, no olvidemos que nuestros hijos son niños o adolescentes dejemos que vivan esa etapa, ayudémosle a experimentar nuevas experiencias de acuerdo a su edad.
Uno de los cambios que puede pasar una familia misionera son las mudanzas, y para los hijos es algo más difícil, estás formando tu vida y haciendo amistades duraderas y el dejar de pronto todo eso llega a presentar un cambio emocional drástico para los hijos, Heather me compartió esta experiencia que me parece muy buena opción por si estás pasando o pasarás esta etapa de mudanza con tus hijos. “Les explicamos porque nos teníamos que mudar. Sí fue duro para ellos despedirse de sus amigos, sobre todo. Pero pasamos tiempo intencional con ellos despidiéndoos de cada familia y lugar importante. También les hicimos un álbum de fotos para cada uno con fotos de lugares y gente significativos en su vida”.
Y es que tener una relación familiar cimentada en Dios y sobre todo en una comunicación eficiente y buena es indispensable para pasar estos procesos juntos, busca la ayuda profesional si es posible, hay una ayuda para hijos de misioneros MK2MK especial de Cru, habla con matrimonios que hayan pasado esta situación y pide consejos de cómo enfrentar estos procesos emocionales con tus hijos.
Si eres un joven hijo de misioneros, habla con tus papás sobre esto, habla con algún consejero o amigo que tengas, lo que sientes es importante, es válido sentirse frustrado e incluso molesto por estas decisiones, una transición tan grande no es algo que pueda tomarse a la ligera, pero sobre todo habla con Dios, pídele paz a tu corazón, confía en todos los procesos que tienes que pasar, aunque sea ministerio de tus padres, Dios ha permitido que pases por estos cambios con un propósito, un propósito especial para ti. “Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11
Busca como familia estrategias para juntos llevar este proceso, despídanse de las cosas que dejan atrás, pueden hacer una carta, llevar recuerdos de sus amigos, ir a visitar el lugar antes de la mudanza, comiencen a familiarizarse con los lugares, tomen su tiempo para hacer el cambio, será más fácil para todos.
“Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas; pon tu corazón en tus rebaños”. Proverbios 27:23
Por último, quiero recordarles la importancia del primer ministerio, Dios desea que le sirvamos, pero el primer servicio que debemos tener es en la familia, Pablo aún sin ser casado mostraba la importancia de la familia haciendo la analogía de la familia y la iglesia, mostrando lo importante que es para Dios el servicio y ministerio en las familias.
Tu familia es quien te apoya en tu ministerio, trabaja en ellos y para ellos, guíalos en el camino de Dios, sirvan a Dios, encuentra un apoyo en ellos, recuerda a Noé, no pudo haber construido el arca sin ayuda de su familia, además de ayuda física estuvieron animándolo en hacerlo, así el Señor pudo cumplir la obra a través de su vida y de su familia, y Dios no sólo recompensó a Noé, sino a toda su familia.
Busca la guía de Dios en todo lo que hagan y el Señor estará con sus hijos y sus familias siempre.
Considera las emociones y sentimientos de tus hijos, recuerda que es un proceso nuevo para ellos, no es su llamado y puede ser más difícil, trabaja para que ellos puedan amar el ministerio y buscar su ministerio en Cristo, pide por ellos, es importante considerar sus necesidades y sentimientos por arriba de las necesidades del ministerio aun si significa no hacer algo del ministerio para poder atenderlos.
Busca la sabiduría que proviene de Dios, siempre.
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