Jesús le dice al pescador del barco que empuje más lejos y baje sus redes. El pescador se queja de que él y los demás ya han estado fuera toda la noche. No atraparon nada.
El pescador acepta salir y llama a sus compañeros. Jesús se sienta en el bote con el pescador. Él espera expectante. Luego recoge las redes, lentamente trayendo algo a la superficie.
Se ríe de alegría cuando ve que las redes están llenas de peces.
Cuando terminan, el pescador se sienta en un bote lleno de peces. Él admira a Jesús. El pescador frunce el ceño y dice: "Aléjate de mí, Señor. Soy un hombre pecador". Jesús le dice que no tenga miedo, que a partir de ahora, él sería un pescador de hombres.
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