Ellos llegan al lugar donde se están colocando las cruces. Otros están siendo atados a sus cruces. Jesús es despojado y llevado a Su propia cruz. La arrojan sobre él. Hay gritos mientras los otros son clavados en sus cruces.
Los clavos los clavan en las muñecas y los pies de Jesús mientras grita. Luego, lentamente, se erigen las cruces a medida que los romanos tiran de las cuerdas. Jesús es elevado en el aire. Se cuelga en la cruz, cansado y dolorido. Él ora por aquellos en la multitud. Le pide a Dios que los perdone porque no saben lo que hacen.
La multitud murmura a los pies de la cruz. Anás y Caifás comentan que salvó a otros. Se preguntan por qué no se salva a sí mismo. La multitud comienza a burlarse. Lo instan a salvarse a sí mismo. Pero no lo hace.
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