Adviento

Día #16

“Pero, como los judíos no usan nada en común con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?

—Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua — contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.

—Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

—Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” Juan 4: 9-14 NVI

Entré en los enlaces de compras en línea, emocionada de no esperar hasta Navidad para disfrutar de un regalo. En el proceso de completar una larga lista de tareas que es “la temporada de Adviento”, estaba buscando algo propio hecho exactamente para mí.

A veces espero que esa cosa especial que encuentro en Internet me haga sentir completa de nuevo, pero entonces recuerdo la historia de la mujer del pozo. La historia de una mujer que conoció a Jesús en su vida diaria me recuerda que Jesús es lo que mi alma realmente quiere.

Esta mujer conoció a Jesús durante su tarea diaria, la que siempre tenía que hacer y que la exponía al ridículo: sacar agua del pozo. Necesitaba esa agua para vivir otro día de una vida que no salió como ella esperaba.

Jesús la encontró allí en el calor y se ofreció a saciar su sed, su verdadera sed; esa parte de ella que nunca antes había sido satisfecha.

Le hizo todas sus preguntas a Jesús. ¿Esperaba que se fuera? Jesús mantuvo la conversación fluida, más y más profunda, más y más cerca de la respuesta: Yo soy el que buscas.

Yo soy el que apaga la sed de tu alma. Puedo liberarte de tu vergüenza. Yo soy el que te enseñaron que te explicaría todo. Yo soy el Mesías.

Ella creyó en Él y corrió a decirles a todos los que evitaba, que ahora había conocido al Dador de la Vida en persona.

Al encontrarte con Jesús en estas fiestas, en medio de esta creciente conmoción, ¿oyes su invitación a venir? Esa es la invitación de Jesús para ti. Venir y recibir la vida de Él en vez de vivir la vida como si estuvieras comprando tus propios regalos de Navidad - tratando de arreglar las cosas para evitar la decepción.

Ora y reflexiona

Lee Juan 4:1-30. ¿Cómo sería pasar tiempo con Jesús, el dador de agua viva, hoy en día? ¿Cómo puede Él satisfacer las necesidades más profundas de tu alma?

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