Cotidianamente desarrollamos ciertos ritos supersticiosos que creemos que nos van a ayudar a que algo ocurra, o bien, a que disminuya la probabilidad de que algo suceda. Por ejemplo, creemos que si besamos una estatua en la universidad nos va a ir bien en una prueba, o si tenemos un gato que mueve su brazo nos traerá buena suerte. Sin embargo, nos ha tocado enfrentar la triste realidad de que, aunque realizamos estas acciones, nos va mal en la prueba o no tuvimos buena suerte. Lo curioso de esto es que, a pesar de que no nos dio resultado, seguimos depositando nuestra confianza en estos tipos de ritos.
Pese a que empíricamente se ha demostrado que desarrollar creencias religiosas o espirituales previene que una persona muera por suicidio, a ratos cuesta aceptar que algo tan simple, u obsoleto para algunos, como la fe, pueda ayudar con una problemática tan grande como es el suicidio.
Pero ¿por qué desarrollar creencias religiosas o espirituales es tan esencial? Cuando tratamos de describir qué elementos componen a una persona, por lo general pensamos en “cuerpo, mente y emociones”, incluso algunos más reduccionistas solo pensarían en “cuerpo y mente”, dejando relevada el área de las emociones y creencias o espiritual como algo optativo a desarrollar. Esto puede ser nocivo para nuestra salud mental, ya que las emociones no procesadas siempre generan daño y no desarrollar nuestra espiritualidad nos priva de dar propósito, sentido y trascendencia a nuestra vida.
Dejar de lado el aspecto espiritual es como si escogiésemos comer solo una vez al mes, para luego preguntarnos, ¿por qué me siento tan mal físicamente? Al ser la vida espiritual una parte fundamental de nuestro ser, es necesario que la desarrollemos activamente de la misma manera en que deberíamos alimentarnos saludablemente, hacer actividad física regularmente para cuidar de nuestro cuerpo, o leer, aprender nuevas habilidades, desarrollar un pensamiento crítico para desarrollar nuestra mente. Pero, ¿cómo desarrollamos una vida espiritual activa? y ¿por qué creer en Jesús mejoraría mi salud mental?
Quizás al hablar de Jesús, el hijo de Dios, cuesta asociarlo a la salud mental, porque ¿qué tiene que ver Jesús con el área de la psicología? Lo cierto es que Jesús conoce más de nuestra propia salud mental que nosotros mismos.
Jesús, el Dios todopoderoso, dijo ser el camino a Dios el Padre, ser la verdad y la vida. En un momento de su ministerio en la tierra hace la siguiente invitación a la gente que lo seguía (y a los que habíamos de venir): “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (libro de Mateo, capítulo 11, versos 28 al 30, NVI)
Toma un momento en pensar en todo lo que te abruma, aflige, no te deja dormir o te despierta por las noches. Aquello que te genera ansiedad, ataques de pánico, lo que te deprime o lo que incluso te lleva a no querer vivir o a intentar acabar con tu vida. Sin duda es cansador y agobiante cargar con todo esto. Ahora piensa en la invitación que Jesús te está haciendo y cómo esto puede darte descanso de aquello que hace meses o años te atormenta, trayendo descanso a tu alma.
Al menos a mi me lleva a decir “yo quiero eso, necesito experimentar el descanso que Jesús está ofreciendo”. Por años no pisé el escudo de mi universidad porque tenía la convicción de que si lo hacía iba a fracasar en la carrera, pero cuando me enfrentaba a esta invitación de Jesús dudaba de si efectivamente me daría descanso. Sin embargo, cuando estuve a punto de suicidarme, acepté esta invitación y Él trajo real descanso a mi vida y a mi alma, un descanso como nunca lo había experimentado.
Gracias a esta invitación no acabé con mi vida, Jesús me dio una vida plena y hoy puedo decir que vivo una vida plena, gracias al desarrollo de una vida espiritual activa por medio de la fe en Jesús.
¿Te gustaría saber cómo empezar a desarrollar tu vida espiritual con Jesús?
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