Convicciones cristianas

Vivir en Misión requiere una teología de lugar

Creo que hay una aplicación práctica y muy sencilla para entender por qué esos lugares son mencionados. Dios está deseoso de encontrarnos en las circunstancias más comunes de nuestra vida

Claudio Valencia

Es fácil ver en el Antiguo Testamento una relación de tres puntos entre Dios, las personas y el lugar donde se encontraban. Casi en cada oportunidad que Dios se aparecía a alguien, eso significaba que el lugar tomaba una relevancia especial. Las personas habitualmente construían un altar para recordar que allí habían encontrado o escuchado de Dios. 

Por citar un ejemplo, podemos pensar en el capítulo 28 de Génesis, en dónde Jacob tuvo un sueño donde veía una escalera que se extendía desde la tierra hasta el cielo y ángeles subían y bajaban por ella. Definitivamente, un sueño difícil de olvidar, tanto así que cuando despertó, Jacob reflexionó: “¡Ciertamente, el Señor está en este lugar, y yo ni me di cuenta!”. Erigió una columna para recordar no solo el suceso, pero también la promesa de Dios.

Mirando el ministerio de Jesús en esta tierra, podemos ver que a menudo se encontraba recorriendo diferentes aldeas y ciudades. Algunos de los eventos más significativos ocurrieron en lugares como un desierto, en un templo y afuera de templo, en un pozo de agua, en casas, en un jardín, a las orillas del mar y en un bote en el agua, por solo mencionar algunos destacados.

Creo que hay una aplicación práctica y muy sencilla para entender por qué esos lugares son mencionados. Dios está deseoso de encontrarnos en las circunstancias más comunes de nuestra vida. Quizás es difícil pensar que Dios va a hablarnos mientras uno duerme con la cabeza recostada en una piedra en el medio del campo o desde un arbusto que está en llamas sin consumirse, pero a menudo no consideramos los lugares que nosotros visitamos como posibles lugares sagrados.

Una visita al dentista, la escuela de nuestros hijos, tu lugar de trabajo o una conversación breve con un vecino pueden ser lugares en el que Dios nos pone e interviene porque subyace un propósito mayor. 

Vivir en misión requiere entender que cualquier lugar y circunstancia en la que nos encontramos, Dios tiene un propósito más amplio y probablemente haya personas que necesitan que les apuntemos como encontrarlo. Vivir en misión es difícil, porque es más frecuente entender que Dios está en un lugar y no nos dimos cuenta.

Definitivamente, vivir en misión reordena el valor que le asignamos a las circunstancias y nos deposita en una profunda búsqueda de ver a Dios obrar.

¿A dónde te ha puesto Dios esta semana?

 

©2024 Cru. todos los derechos reservados.