Si quisiéramos decirlo de manera diferente, vivir en misión es redefinir nuestro concepto de para qué y porque hacemos lo que hacemos, donde sea que nos encontremos, es llenar nuestro corazón y mente de la perspectiva eterna de Dios para poder ver todas las oportunidades que se presentan para presentar a otros el amor inagotable de Dios.