Este artículo aborda algunas de las preguntas más comunes sobre el Nuevo Testamento. Aunque no es exhaustivo, ofrece una guía introductoria para quienes desean profundizar en este tema. Para un estudio más detallado, recomendamos el libro El Canon de las Escrituras de F. F. Bruce (InterVarsity Press).
Es importante aclarar que Jesús murió alrededor del año 30-33 d.C., no en el año 0, ya que "A.D." proviene del latín Anno Domini ("en el año de nuestro Señor") y no significa "Después de la muerte".
Con este marco temporal, la mayoría de los eruditos datan las cartas de Pablo entre los años 50 y 66 d.C., los primeros tres evangelios entre el 50 y el 70 d.C., y los escritos de Juan entre los años 80 y 90 d.C. Esto significa que gran parte del Nuevo Testamento fue escrito entre 20 y 40 años después de la muerte de Jesús.
Este consenso entre los académicos se basa en evidencia sólida. Por ejemplo, Clemente de Roma, alrededor del año 90 d.C., cita numerosos libros del Nuevo Testamento, lo que confirma que ya existían en esa época. Además, para el año 110-120 d.C., las cartas de Pablo ya estaban recopiladas y circulaban entre las iglesias. De hecho, tenemos un manuscrito de esta colección conocido como el Papiro Chester Beatty, que incluye 10 de las 13 cartas atribuidas a Pablo en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, algunos escépticos sugieren fechas más tardías basándose en un prejuicio: la idea de que los relatos milagrosos de Jesús (como su nacimiento virginal o sus curaciones) no podrían haber sido reales. Este prejuicio asume que las historias sobre Jesús como el Hijo de Dios debieron tardar generaciones en desarrollarse. Sin embargo, para aquellos que creen en la veracidad del Nuevo Testamento, tales suposiciones no son necesarias.
No, pero los eruditos han trabajado con miles de manuscritos antiguos para garantizar la precisión del texto que tenemos hoy.
La exactitud del Nuevo Testamento se evalúa por la cantidad de manuscritos disponibles y la cercanía de estos a los originales. Por ejemplo:
En contraste, el Nuevo Testamento cuenta con más de 24,970 manuscritos antiguos, lo que lo convierte en el texto mejor documentado de la antigüedad. Además, tenemos fragmentos que datan de sólo 50 años después de su composición, libros completos con una diferencia de 100 años y el Nuevo Testamento completo con una brecha de 225 a 250 años.
Aunque hay pequeñas variaciones entre los manuscritos, ninguna afecta significativamente el mensaje del texto.
Contrario a lo que afirman obras como El Código Da Vinci, Constantino no tuvo ningún papel en decidir los libros del Nuevo Testamento. El Concilio de Nicea (325 d.C.) se convocó para abordar el debate sobre la naturaleza de Cristo, no para definir el canon bíblico.
Aunque la mayoría de los libros del Nuevo Testamento ya eran reconocidos como Escritura hacia el final del primer siglo, fue en el Sínodo de Hipona (393 d.C.) donde se confirmó oficialmente la lista de los 27 libros que conocemos hoy. Esto no fue una decisión arbitraria, sino la ratificación de lo que las iglesias habían sostenido durante más de dos siglos.
La iglesia utilizó cuatro criterios principales:
Existen alrededor de 60 documentos adicionales, muchos de ellos vinculados a sectas gnósticas del siglo II. Estos textos, escritos bajo seudónimos, exageraban aspectos como la deidad de Cristo a expensas de su humanidad y fueron rechazados por la iglesia primitiva.
No existe evidencia histórica que sugiera que Jesús estuviera casado con María Magdalena o con cualquier otra persona. Esta idea contradice tanto los Evangelios como la tradición cristiana primitiva.
Bibliografía:
Nota: Este artículo es una versión adaptada y contextualizada del texto original para el público de habla hispana, con especial énfasis en el contexto chileno.
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