Como parte del liderazgo del movimiento dirigido por estudiantes (MDE), encuentro una profunda satisfacción al colaborar con estudiantes universitarios. Observar su amor por Dios y su dedicación al difundir el evangelio en sus campus es una fuente constante de inspiración para mí. A pesar de los desafíos que enfrentan en un mundo marcado por diversas ideologías y una fuerte influencia social, puedo percibir claramente la mano de Dios guiando a cada joven universitario.
Es verdaderamente impactante presenciar cómo los corazones son restaurados y cómo cada estudiante crece en su relación con Dios, lo que a su vez motiva a otros a seguir adelante. Aunque llevar a cabo la Gran Comisión sea un desafío, es maravilloso ver el anhelo y la compasión en cada estudiante, deseando que su universidad sea un reflejo de Cristo. Estamos llamados a ser portadores de luz en medio de la oscuridad, y cada paso que damos hacia ese propósito es un testimonio de fe y esperanza para el mundo.
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