Recuerdo ese año donde estuve muy agotada mentalmente, tal era el agotamiento que lo sentía como un desgaste físico, ya no quería volver a levantarme. Estaba decidida a dejar de luchar, ya no veía esperanza en nada, ni en nadie.
Múltiples veces reinicie y todas esas veces volví a levantarme. Pero esta vez, estaba tumbada en el suelo, con las manos al costado de mi cuerpo y no pensaba extender mi mano esperando que alguien pueda reincorporarme, mi cansancio pesaba demasiado para ser levantado por una fuerza humana.
Todo se había acabado la persona que más amaba en el mundo había fallecido, recostada en mi cama, mirando hacía el techo de mi habitación, me pregunté: si algo de todo lo ocurrido hasta ese momento tenía sentido, para mi no lo tenía. Un padre tan joven, dejando cuatro niños y una esposa, una vida tan hermosa, ¿Cómo algo de eso podría tener lógica? Pasé mucho tiempo preguntándole a las personas si entendían los hechos sucedidos, pero todos me daban la misma respuesta, era el ciclo de la vida. Para mi no era el ciclo, para mi era maldad.
Con los años comencé a deprimirme, vivía desesperanzada, caminaba sin rumbo y con un dolor de cabeza constante, era casi una tortura. Una noche ya cansada, tomé la decisión de comenzar a buscar.
Entonces, vino el recuerdo de mi papá que me había hablado de una esperanza que se renovaba día tras día. Y pensé que necesitaba eso. Empecé a buscar por diferentes lugares, incluso en personas, pero no lo encontraba. Siempre terminaba decepcionada, frustrada y en la misma posición que al principio.
Frustrada y a punto de rendirme, vino a mi mente otra vez esa esperanza que mi papá me había mencionado, su nombre es Jesús. Esto puede sonar un tanto cliché, pero él salvó mi vida de creer que lo único que me deparaba era vivir en la superficilidad y sin sentido.
Hoy mi vida tiene sentido, tengo un propósito, y eventos dolorosos, como el fallecimiento de mi papá, pude redefinirlos. No ha sido fácil, pero en Jesucristo todo lo puedo y darle una nueva visión a mi vida en él fue lo mejor que me pudo pasar.
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Bárbara Torres, seguidora de Jesús desde 2016. Soy estudiante y parte del equipo de Estrategias Digitales en Cru. En mis tiempos libres me gusta escribir y estar con mi seres queridos.
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