"Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo á dar las nuevas á sus discípulos. Y mientras iban á dar las nuevas á sus discípulos"
Así fue como las noticias más felices de nuestra historia comenzaron a difundirse. Por el relato bíblico (también registrado en Marcos 16: 1-8, Lucas 24; 1-12 y Juan 20: 1-9), María Magdalena, Salomé y María, la madre de James, en un gesto de devoción y amor, se dirigen al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. ¿Cuántas veces en el ministerio de Jesús vemos mujeres sirviendo al Maestro? No fue diferente en su muerte.
¿Cuál fue su sorpresa cuando encontraron el lugar vacío? ¿Y luego recibieron la gran noticia de la resurrección de Cristo? Fue sorprendente ese domingo por la mañana. ¡Se encuentran con el ángel y luego con el mismo Jesús!
Me conmueve la forma en que Jesús valora a las mujeres. ¡Y como reconoce la importancia que las misma juegan para cumplir el propósito que les da: glorificar su nombre! Al servir a Jesús, incluso a su muerte, estas mujeres tuvieron el privilegio de ser las primeras en saber de su resurrección. Y también la noble incubación de contar a los discípulos y prepararlos para encontrarse con Jesús en Galilea.
¿Cuántas veces mientras usted, mujer u hombre, cuando sirve a Jesús con amor, se sorprende por su gloriosa presencia? No podemos verlo ahora, como ellos pudieron. Pero aún tenemos la promesa de su presencia hasta el final. (Mateo 28: 20b). ¿No es maravilloso saber que mientras desempeñamos nuestro papel en el Cuerpo, Jesús está con nosotros? ¿Que nuestro trabajo no es solo para Él, sino también con Él?
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